Mi papá me enseñó el flujo de efectivo con una máquina de refrescos

Después de un breve experimento fallido tratando de pagarme para hacer tareas, mi papá intentó algo realmente bueno. Claro que nos llevó un poco de trabajo de campo, pero tal vez hay algunas lecciones transferibles de los padres que quieren establecer una base empresarial.

Me dio una máquina expendedora

Él rentó una máquina, encontró un espacio en un taller local y la instaló. Y luego me dijo dos cosas:

1. Que esta sería la última vez que me daba mi mesada
2. Y que si quería tener algo de dinero en mis bolsillos para la siguiente  semana, debería de empezar a gastar en algo de inventario

Trabajé con la máquina cerca de 4 años cuando tenía alrededor de 7 u 8 años. Al principio mi única responsabilidad era el control de inventario. Viajábamos a Cotsco en su camioneta y yo decidía que comprar.

Surtir y vaciar una máquina expendedora es fácil: compras cuatro cajas de cada refresco que quieras llevar.

Pero después la Coca-Cola se agota primero y los Sunkist están  medios vacíos y nadie ha comprado ni siquiera un solo refresco de uva y ¿debería de disminuir mis márgenes pagando más por unidad por latas individuales o debería comprar cajas completas y buscar otro lugar donde guardar el extra y porque estoy haciendo álgebra el fin de semana?

Mirando hacia atrás, estoy seguro que todo este esfuerzo de operar con pérdidas. Papá tuvo éxito como loco para que tuviera un ambiente seguro pero real para aprender.

Al principio era puras ganancias: el cubría los gastos y yo guardaba la ganancia. Mientras hiciera el trabajo durante la semana para comprar inventario, contar los ingresos, y rellenar el cajón de cambio, estaba listo.

Pero eso no duró.

Fijación de Precios, Costos de Flujo de Efectivo, Costos Operativos y Gastos de Capital

Una vez que me estaba yendo muy bien con mis ingresos semanales de refrescos, era tiempo para un cambio.

Él dejó entrever que si incrementaba los precios tal vez tendría mayor ganancia. Después de una ardua deliberación, incrementé el precio por lata de 50 centavos a 55. El me dijo que algunos clientes estaban molestos acerca de los precios.

Entré en pánico.

Traté de averiguar si estaba ganando más ahora o antes. ¿Por qué no había estado escribiendo todo esto? Aún si estaba haciendo más dinero ahora ¿Qué tan seguro era? ¿La competencia se movería para socavarme por esos 5 centavos? ¿Mis clientes cruzarían la calle para comprar sus refrescos? ¿Estaba siendo codicioso?

Él empezó a cobrarme por la gasolina para llevarnos a Cotsco. De repente ya no podía pagar viajes para surtir la máquina cada semana – el refresco de uva fue remplazado por una columna de Coca-Cola. Perdí algunos nichos de clientes. Invertí incrementando cantidades en inventario para reducir gastos de gasolina. Nuestro garaje se convirtió en mi almacén.

Él se preguntó en voz alta si valdría la pena comprar una de esas máquinas contadoras de monedas para acelerar mi viaje semanal del banco. Ahorré e invertí.

Y él me dio a probar la dicha y la vanidad de ser propietario. Viendo como caían algunas monedas en mi máquina.

Y después acercándome a ella, girando la llave, quitando el seguro y abriendo el frente. “Eso es, tomaré un refresco gratis, soy dueño del negocio”.

Veinte años de retrospectiva

La máquina expendedora no hizo mágicamente que quisiera ser un emprendedor. Quería ser un diseñador de videojuegos, después un ingeniero, después otra vez un diseñador de video juegos, y después un académico.

Tengo la impresión que los niños son un poco indecisos en ese aspecto.

Pero cuando incursioné en el mundo de las startup´s dos décadas después, los puntos empezaron a conectarse. Flujo de Efectivo no es concepto nuevo. Las ventajas y desventajas de inventariar hacían un poco de sentido.

Esta cosa del internet, es como la máquina expendedora de refrescos.

Gracias, Papá.

by robfitz

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